Del libro de Roberto Junquera “El estrés, otras alteraciones emocionales y tu dolor de espalda”
Desde hace muchos años he observado como gran parte de la población, adultos y jóvenes, incluso niños, tienden a deformarse todos de una forma bastante similar; no hay más que fijarse un poco, para darse cuenta de que muchas personas, con problemas de espalda o sin ellos, tienen el hombro derecho más caído y la cabeza ligeramente ladeada a la derecha. Y si buscamos a la altura de la pelvis, a nivel de las crestas iliacas, observaremos como la derecha tenderá a estar más baja y sin embargo al observar a la persona tumbada boca arriba, veremos la pierna derecha más larga. Se trata en realidad de una pequeña escoliosis en ocasiones muy sutil y frecuentemente asintomática. Un fisioterapeuta bien formado además podrá observar otros muchos detalles que para el profano le serán imperceptibles, por ejemplo, podrá observar cómo el tronco está ligeramente girado hacia la derecha y la pelvis a la izquierda.
Esta alteración postural encierra un pequeño misterio, ¿por qué se da la misma alteración postural en una parte importante de la población?
Investigación de un patrón postural: ¿qué conclusiones arrojaron los resultados?
Hace unos años realicé un estudio para intentar valorar qué porcentaje de los niños “sanos” de varios colegios tenían esta misma exploración. De 104 niños explorados 21 (20%) coincidían exactamente con la exploración que buscaba. Pensé que debía de haber algún motivo oculto que produjese esa alteración en el esqueleto de niños que todavía no han trabajado, ni han tenido accidentes, ni han practicado deportes asimétricos durante años que justifiquen una alteración postural común a todos ellos.
Con el paso del tiempo fui observando que esta alteración postural, también se apreciaba con frecuencia en adultos, mucho más aún en los pacientes que acudían a mi consulta con dolor de espalda, siendo común a todos ellos: un alto nivel de estrés.
Alentado por estos descubrimientos comencé un estudio que intentase relacionar los diferentes niveles de estrés y la adopción del desequilibrio esquelético anteriormente descrito. Para ello, los pacientes rellenaban un test psicológico que mide los niveles de ansiedad y de estrés. Comparé dos grupos de personas:
- El primero eran personas que busqué al azar sin que tuvieran un problema de espalda concreto. A pesar de ello el 40% de ellos presentaban la alteración postural descrita.
- El segundo grupo eran los pacientes que acuden a mi consulta con problemas de espalda, (sobre todo con problemas como los que cito al final del capítulo: hernia discal L5-S1 al lado izquierdo, lumbociáticas izquierdas, mareos y vértigos…). El 95% de ellos presentaban la alteración postural descrita anteriormente. En ambos grupos, había una clarísima relación entre una puntuación alta en el test de medición de estrés, con la adopción involuntaria de esta postura.
De este estudio, y de la posterior observación diaria hecha en más de tres mil pacientes con diferentes dolencias he sacado varias conclusiones:
El estrés repercute en las vísceras y en la postura
El estrés no sólo provoca alteraciones viscerales y sus dolores reflejos, sino que también acaba por alterar la postura en los tres planos del espacio, es decir: no sólo los hombros se doblan hacia adelante sino que además el cuerpo se retuerce sutilmente como una espiral, con el tronco a la derecha y la pelvis y piernas a la izquierda. A esta actitud postural la denominé con el nombre de espiral descendente derecha.
Todo tipo de estrés altera nuestra postura
Nuestro organismo no distingue si es el estrés de vida (trabajo, horarios apretados…) o problemas emocionales concretos los que alteran la postura. Cualquiera de los dos por separado produce similar proceso de repliegue postural, pero más aún se da este proceso si se unen ambos casos, como frecuentemente ocurre hoy en día.
Mientras más joven se sufre de estrés, más grave es la alteración postural
La alteración postural es más marcada si se produce en la infancia y adolescencia, y es menos manifiesta si se produce durante la etapa adulta.
Aunque deberían hacerse estudios más amplios, yo ya he constatado con la práctica diaria cómo efectivamente el estrés y su alteración energética implícita, lleva ineludiblemente al sistema músculo-esquelético a la adopción de una postura de “auto-retorcimiento en espiral”, como una forma de repliegue emocional.