La pelvis femenina difiere en gran medida de la masculina, y a pesar de que los hombres también tienen piso pélvico, el suyo no está tan en riesgo como el de las mujeres. Durante varios siglos, la medicina consideraba el cuerpo femenino como una variante del masculino, y quizá sea por esta razón que la investigación sobre el suelo pélvico femenino es tan reciente. No ha recibido tanta atención, como reconoce la BBC, porque no compromete la vida de las mujeres, aunque sí puede afectar significativamente su calidad de vida.
Complejo y esencial
Parece ser una parte del cuerpo que nadie entiende, ni el público ni la totalidad de la comunidad médica. El misterio que envuelve al suelo pélvico surge de su alta complejidad: es una estructura integrada que requiere órganos, músculos y nervios trabajando en conjunto. «Es tan complejo como el corazón o el estómago, pero estos no son controlados voluntariamente», dice a la BBC Emily Lukacz, uroginecóloga de la Universidad de California en San Diego. «Eso es lo que lo hace único».
Lo que pone tanto a las mujeres en riesgo, además de la propia forma de la pelvis, es el parto. Del 13 % al 36 % de los partos vaginales causan que el músculo elevador del ano se lastime; además, hay una probabilidad de desgarro del 5 % al 15 %, dice Janis Miller, profesora de ginecología de la Universidad de Michigan, a la BBC. Las mujeres que tengan un desgarro en este músculo nunca se darán cuenta; el daño se puede ver solamente a través de una resonancia magnética. A veces, se confunde un piso pélvico débil con uno desgarrado; los ejercicios de fortalecimiento no darán ningún resultado en este último caso.
Pero las mujeres de todas las edades y experiencias de vida pueden tener un piso pélvico débil: el problema más común es la incontinencia urinaria de esfuerzo, al estornudar, toser, levantar objetos pesados o hacer ejercicio que ponga presión sobre la zona abdominal. Es posible tratarla con ejercicios para fortalecer el piso pélvico. Incluso, Miller dice que es recomendable enseñar a niñas y adolescentes a contraerlo, sobre todo al estornudar o toser, o después de usar el baño, «en lugar de mantener esto como un secreto, como algo que se debe esconder».
Un ejercicio práctico
Quienes son cercanos al yoga quizá conozcan la práctica de contraer el piso pélvico, en dos ejercicios. El más sencillo de ellos, llamado ashwini mudra, se realiza contrayendo y soltando el suelo pélvico. Se puede practicar en posición sentada, con la espalda recta y las piernas separadas. Si se hace en posturas de meditación, tanto mejor, pero también es útil practicarlo en cualquier momento del día en que te encuentres sentada por largos períodos, como en el autobús, en la oficina, o incluso en tu casa mirando la tele. Cuando tengas un poco de práctica, puedes comenzar a diferenciar la contracción de los músculos del ano con la del resto del suelo pélvico, alternando una y otra.
El segundo ejercicio es mula bandha, la contracción continua del suelo pélvico. En la práctica de yoga se puede realizar manteniendo ciertas posturas, especialmente aquellas de piernas separadas. Si lo tuyo es la meditación, puedes practicar la contracción del suelo pélvico mientras retienes la respiración de 20 a 30 segundos, y luego soltar el aire y aflojar los músculos, para volver a realizar el ejercicio cuando estés cómoda.
Es muy importante que, si sospechas que te desgarraste los músculos del piso pélvico, le des una visita al médico, ya que los ejercicios de fortalecimiento no funcionarán en este caso.
Tomado de: Vix.com